El pueblo más antiguo establecido en Mesoamérica fue el de los olmecas. Habitó en La Venta, Tabasco, San Lorenzo y Tres Zapotes, en el sureste de Veracruz; su antigüedad de 1200 antes de nuestra era (a. n. e.), es la misma de la cultura griega.
Kirchhoff definió un área “mesoamericana” donde vivieron reinos que compartían una cultura homogénea, salvo algunas particularidades regionales. Por una parte, los reinos que fueron diferentes de los del norte de México, el territorio norteamericano, Alaska y Canadá, y por la otra, los grupos sudamericanos.
Al llegar los españoles, los mesoamericanos habían habitado sus regiones durante milenios. Los nahuas, tezcocanos y tepanecas, encabezados por los mexicas, dominaban un vasto territorio extendido por todo el México central de norte a sur hasta las dos costas, y por el sureste hasta el mundo maya y Nicaragua. Los mesoamericanos, no obstante su igualdad cultural, no conformaron una unidad política; no integraron un país ni una sola nación. Los reinos estaban separados, algunos de ellos enemistados a muerte desde siglos atrás. Fue frecuente a lo largo de su historia el dominio guerrero de un grupo sobre otro, imponiendo al sometido la obligación de tributar sus bienes y servicios. A la llegada de Hernán Cortés, era México-Tenochtitlan la ciudad que imponía su dominio sobre muchos reinos, a excepción de los tlaxcaltecas, purépechas y mayas.