Noticias provenientes de la costa no auguran nada bueno. En el palacio de Moctezuma, al costado sur del gran recinto ceremonial o plaza principal de Tenochtitlan, la actitud del soberano es de preocupación y agobio. Le han mostrado pinturas en las que aparecen hombres barbados que vienen en barcos y animales nunca vistos por los súbditos del tlatoani. Moctezuma el Doliente –como lo llamara Alfonso Reyes en su Visión de Anáhuac– luce abatido, y ciertos presagios ocurridos años antes se unen al sentimiento generalizado que se transmite al pueblo mexica. El mismo pueblo se encarga de difundir esos presagios como si fueran verdades, aunque la mayoría de ellos nunca ocurrieron. Fueron estos presagios o tetzáuhitl un cometa que aparece en el cielo y cruza el firmamento; otro tanto ocurre con luces que se ven en el cielo y que no tienen explicación; incendios en los templos de Huitzilopochtli y del dios del fuego sin haber motivo para ello; las aguas del lago se encrespan y con furia destrozan casas y huertos; por las noches aparece una mujer que grita “Ay, mis hijos”, preámbulo de la conocida leyenda de La Llorona; aparecen hombres con dos cabezas, que al ser llevados ante Moctezuma desaparecen; una grulla cazada en el lago tiene un espejo en su cabeza, donde el tlatoani ve avanzar ejércitos enemigos. Antiguas leyendas hablan de que un día Quetzalcóatl regresará por el oriente, lo que ayuda a estar en constante sobresalto cuando se enteran de extrañas presencias en la costa. Moctezuma espera… Cortés avanza.